Si hablamos de albariño, hablamos de Granbazán. El proyecto familiar que inició el noble Manuel Otero y Otero en 1965 al comprar una finca en Cambados (Rías Baixas) y que acabó de poner en marcha su hijo Manuel Otero Candeiro bajo el nombre Agro de Bazán. Una bodega que, desde sus inicios, ha tratado de poner en valor la variedad autóctona por excelencia de la región y que, sin ahorrar en recursos, ha conseguido convertirse en todo un ejemplo para empresas vitivinícolas vecinas. Algo que se ve bellamente reforzado con la construcción de un edificio de estilo neocolonial que recuerda a las casas indianas gallegas y del que salen monovarietales únicos que, hoy en día, llegan a más de 25 países de todo el mundo.
Prueba de este reconocimiento internacional nos lo encontramos en Granbazán Etiqueta Ambar. Un albariño fruto de la selección de los mejores racimos de un viñedo de unos 30 años situado en Vilanova de Arousa, en pleno Valle del Salnés, sobre suelos graníticos. Cepas que se plantan “en parra”, a unos 2 metros por encima del suelo, para conseguir la mayor exposición al viento y la mínima humedad. Tras una vendimia manual, en bodega se selecciona, despalilla y macera en frío de 6 a 8 horas. Solo se hace uso del mosto lágrima y la fermentación se realiza en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada de entre 15 y 17 ºC. Finalmente, el vino madura en contacto sobre lías finas a lo largo de 8 meses, con trasiegos rutinarios.
Es así como nace Granbazán Etiqueta Ambar. Un trabajo que se realiza cuidadosamente de principio a fin y que da como resultado el vino insignia de esta bodega de carácter familiar con vistas al mundo.
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