Se trata de un queso intenso, penetrante como pocos y con un final ligeramente alimonado. Su textura es mantecosa y la corteza, a la que se le añade achiote para que adquiera su característico color anaranjado, es la culpable de que este queso adquiera aromas tan ‘’animales’’: lavada diariamente con agua y sal durante sus 21 días de maduración, se desarrollan en ella los mohos geotrichum y brevibacterium, que convierten esta joyita aparentemente indefensa en uno de los quesos más complejos que conocemos.
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